18 de Noviembre de 1937

18 de Noviembre de 1937

Guardia de 4.30 a 6.30. Dos horas, crudísimas. Termino tan helado, que prefiero dar una caminata y hacer ejercicio para entrar en calor. Recorro todo el trayecto donde paramos los lazos, pero no ha “caído” ningún conejo.
Regreso, me hago un emparedado de membrillo y vamos a tomar el café del desayuno. Por lo menos, será algo caliente.
Cuando llegamos a la paridera, repetimos la petición de relevo al teniente, para que la transmita al capitán.
Guardia de 2 a 4 de la tarde.
A la hora de la cena, los de la paridera nos cuentan que ha venido el cuñado de un soldado de los de ametralladoras agregados a nosotros, -y que pertenece a otra compañía-, el cual les ha dicho que su comisario asegura que, a fin de año, habrá terminado la guerra y también, que las quintas 31 y 30, están licenciadas. Esto, nos parece el sueño de una noche de verano.
Guardia de 10 a 11.30 de la noche, sin novedad pero con un frío horroroso, que me ha obligado a moverme continuamente, aún a riesgo de ser visto.
Bendito relevo que ,e permite dejar esta nevera y correr hasta la tienda.

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