31 de Enero de 1938

31 de Enero de 1938

Hoy, se cumplen 7 meses de mi incorporación.

Después del desayuno, Ribas y yo, nos presentamos en el cuar­tel de Transmisiones y el teniente-jefe, Palau, nos dice que es­temos por allí, que el sargento Siles -a quien nos presenta-, ya nos dirá lo que hemos de hacer. Este, nos presenta a los cabos y soldados de la sección, la mayoría de los cuales son catalanes y proceden también de Mataró. Como los servicios del día, ya han sido nombrados y no tiene nada que encargarnos, nos vamos a pasear un rato.

Después, vamos con Lon, a una casa del pueblo -amigos suyos-, que tienen una maquina de escribir estropeada, para ver si podemos arreglársela.

Cuando llegamos, están haciendo morcillas y arreglando la par­te del cerdo que les ha correspondido de la matanza colectiva. Se empeñan en que comamos unas cuantas, así como también un pedazo de hígado. ¡Desde luego, hacía tiempo no comíamos algo tan exquisito! Pan, aceitunas y un excelente vino.

Vamos a ver la máquina. Está muy sucia; diríase que ha estado enterrada en la tierra. Lo primero, es limpiarla bien. Como ya es tarde, decidimos hacerlo mañana, pues casi ya no hay luz.

Tocan a rancho, pero no tenemos apetito y no vamos a buscarlo. Los demás de la compañía, ya han cenado. Encendemos un poco de fuego y allí estamos charlando un rato.Entre bajas, cambios de unidades y destinos, la compañía que formamos en Binéfar, está casi deshecha.

Antes de acostarnos, pasamos por el cuartel de transmisiones por si hay novedad. No nos necesitan, y nos vamos a dormir.