9 de Enero de 1938

9 de Enero de 1938

Hoy, me corresponde ir a picar. Desayunamos y cuando nos disponíamos a salir, ha empezado a llover con bastante intensidad, de modo que se suspende la marcha. En lugar de ello, nos dedicamos a la limpieza de armamento.

El sargento Quintero, ha perdido la cartera con todos sus documentos y 700 pesetas. Como no la encuentra, los de su pelotón, hemos acordado reunirle entre todos esa cantidad y entregársela cuando vayamos con permiso, aunque no se las daremos directamente, sinó a través del sargento pagador Blanco.

Henos pasado una temporada sin capitán, ocupando la jefatura de la compañía el teniente Saura. Pero hoy, se ha incorporado el nuevo capitán; ha venido a vernos a la posición y he­mos sacado la impresión de que es una buena persona. Tengo la sensación de que se trata de un militar profesional. Debe te­ner unos cuarenta años. Después de pasar una hora con nosotros, se ha marchado a recorrer las demás posiciones. El Comisario, le acompañaba. Pero estamos seguros de que lo ha hecho forzado por la circunstancia de acompañarle y presentarle, pues por volun­tad, nunca ha visitado las posiciones de la compañía.

Después de almorzar, sigue lloviendo fuerte y tampoco va­mos a picar. Pasamos la tarde haciendo planes para cuando va­yamos con permiso. ¡Dejamos volar la imaginación que es un gusto!

Hago la guardia de día, que termino a las 8 de la tarde.

Mientras cenaba junto al fuego, ha llegado Quintero que fué a la paridera del bando. Cuando termino de comer, me llama a- parte y me dice que si me atrevería a ocupar el puesto de comi­sario Aguadé, durante la ausencia de éste que vá a unos cursi­llos a Barcelona. Le contesto que si y, como él ya .contaba con mi asentimiento, me indica que mañana baje al pueblo y me pre­sente en Comandancia al Comisario del Batallón, para el nombramiento. De momento, me aconseja no diga nada a los compa­ñeros hasta que salga en la orden del día y por tanto, aunque interino, el nombramiento sea oficial.

Desde luego, la cosa resulta chocante. Hasta hace poco, los movilizados, no merecíamos la confianza de los voluntarios ; al extremo de ser vigilados -como nos dijo confidencialmente Quintero hacé unos días-, y, ahora, ellos mismos, me proponen para este cargo, a pesar de conocer mi filiación en la U.G.T. ¡Vivir para ver!

El sargento, ha encontrado la cartera. Medio dormido, la habia colocado sobre una viga del techo de la paridera, encima de su jergón, y no se acordaba. Al repetir la operación para guardar el tabaco y el encendedor, ha topado con la cartera. La cosa, ha sido celebrada sinceramente, pues cuanto más vá, más le apreciamos.

El capitán, le ha asegurado al ,sargento, que habría permisos de nuevo, pero se ignoraba la fecha. Yo, no digo mi opinión a nadie,pero dudo de que en vísperas de permisos, Aguadé se haya apuntado a un cursillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dispenseu si triguem en contestar
Disculpadnos si tardamos en contestar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.