18 de Diciembre de 1937

18 de Diciembre de 1937

El frío me despierta antes de que toquen diana. Durante la noche, se ha apagado el fuego y amanecemos casi helados. Me marcho a la otra casa-cuartel -la mía- me lavo y regresó.
A las 8, después del desayuno, me relevan.
Debido al frío, la nieve se está helando y las caídas son frecuentes; hay que andar con mucho cuidado.
Corre el rumor de que hemos iniciado una ofensiva en el sector de Teruel y que está marchas bien.
Como no podemos ir al frontón, no nos queda otro recurso que el club. Allí, pasamos toda la mañana, y también la tarde. Lástima que esté tan oscuro y no se puede escribir. Y, como hoy me toca hacerlo, tendré que ir a la biblioteca por la noche.
Después de cenar, club hasta las siete, que abren la biblioteca. En ella, hace un frío intensísimo; tanto es así, que a las 8, sólo quedamos allí tres soldados. En cuanto terminamos las cartas, nos marchamos enseguida.
Por el camino, nos parece observar que se inicia el deshielo de la nieve.
Llegamos al cuartel totalmente helados y nos acostamos enseguida.

17 de Diciembre de 1937

17 de Diciembre de 1937

Antes de las 7, nos despierta Ribas, para que, a través del ventanuco de la buhardilla, admiremos el panorama que se divisa. Es algo, verdaderamente fantástico; todas las casas, los árboles, el río, todo aparece completamente blanco y con 30 cm de nieve.
Como se acerca la hora del desayuno, nos levantamos y arreglamos y nos quedamos helados de cara y manos.
Llaman para el café. Cuando bajamos y vemos la cantidad de nieve que hay en la calle, dudamos entre hundirnos en ella o renunciar al café, pero el hambre nos decide por lo primero.
Y sigue cayendo nieve. Hoy, lo mejor será pasar el rato que podamos en el club. Y yo tengo guardia, pero como es en el cuartel, cuando no tenga puesto, me vendré aquí.
El primer puesto, lo tengo de 12 a 2. A esta hora, regresó al club y me llevó a Quintanilla y Vilalta que hoy están libres de servicio. Pasamos el rato o cantando y charlando. Nadie toca ya el tema del permiso, por temor a "aguar" la fiesta, ya que cada vez lo vemos más lejano.
Sigue nevando sin cesar, por lo que, en algunos lugares, alcanza ya medio metro de altura.
Después de cenar, volvemos al club. A las 8, me marcho para la guardia. Cuando entro, encuentro a todos sentados alrededor del fuego; me uno a ellos.
Al rato, oímos jarana en el piso de encima. Subo corriendo y el vocerío sale de dentro de una de las habitaciones. Llamo a la puerta. Cuando abren, veo a unos 30 soldados. Unos cantan y otros bailan. No sé qué es lo que deben celebrar. Me piden que les cuente unos chistes; luego, que les enseñe la letra de la canción de la "penya del pic i pala", que ellos van coreando. Como se va haciendo tarde, les ruego que haya silencio para que no venga la patrulla nocturna y nos metan un "paquete". Así lo hacen y se marchan a dormir.
Regresó abajo al cuerpo de guardia y, como los demás, me tumbó a dormir en un banco junto al fuego.

16 de Diciembre de 1937

16 de Diciembre de 1937

Cuando me levanto a las siete, la buhardilla es una nevera. El frío, supera al de otros días. Si no fuera por el hambre y que siento, no me levantaría, pero, haciendo un esfuerzo, voy a por el café.
El rato que permanezco en la cola, me deja helado. Después de pasar lista, nos vamos al frontón para entrar en calor y poder irnos lavar después. Cuando estamos en el segundo partido, empieza a nevar con mucha intensidad. Nos vamos a refugiar al club. Allí encendemos un fuego y lo preparamos todo para la hora de comer.
Cuando llaman a rancho, el pueblo estaba totalmente blanco y su aspecto, el de un bello pesebre; pero el frío es tan agudísimo que no permite entretenerse, y regresamos inmediatamente. Comemos alrededor del fuego; luego, nos hacemos mucho café. Después, empezamos a cantar y, así, pasamos la tarde.
A las 4, toca llamada. Acudimos al cuartel y nos enteramos que el comisario nos dará otra conferencia en la escuela.
Como ya sabemos lo que dice en sus conferencias, subimos a la buhardilla y nos camuflamos allí, hasta la hora de la cena.
Cuando llamar a cenar, la conferencia no ha terminado aún; no obstante, vamos a buscar la cena y nos la llevamos al club.
Vuelve a nevar, pero aquí, junto al fuego, se está muy bien. Además, todos los de la peña, estamos en muy buena armonía, es decir que no tenemos que aguantar impertinencias como sucede en el cuartel.
A las 9, regresamos. Ahora, ni era con mayor intensidad aún. De continuar así, cuando mañana nos levantemos, el pueblo estará desconocido.

15 de Diciembre de 1937

15 de Diciembre de 1937

Nuevamente me ha correspondido la guardia de 4 a 7 de la mañana. También como ayer, aprovechó para asearme y leer.
Voy a por el café. A pesar de ir muy abrigado, paso bastante frío, pero por lo menos, me aireo un poco, después de tantas horas de encierro. En la cocina, me dicen que hoy nos relevarán soldados de otra compañía.
Y, así es efectivamente. Regresamos a cuartel. Hacen formar para ir a hacer instrucción; esto, es una novedad desde que estamos en primeras líneas. Sin embargo, nosotros no iremos por ser salientes de servicios de armas. Además, es irónico que llevando cuatro meses de frente ininterrumpidos, nos hagan hacer instrucción como quien dice, al pie de las posiciones.
Vamos al frontón. Allí, encontramos a Ribas, Lon y Puigmal y hacemos unos partidos.
Después de almorzar, volvemos allí, pues es la mejor forma de combatir el frío. Cuando estamos más distraídos jugando, suena alarma de aviación. Miramos al cielo y vemos 7 bombarderos enemigos en formación de ataque. Efectivamente, cuando llegan sobre el pueblo, descargan 9 ó 10 bombas; luego, siguen hacia Cariñena.
Nos dirigimos hacia la parte del pueblo donde han caído. Afortunadamente las casas destruidas, estaban deshabitadas; pero los cascotes lanzados por las explosiones, han herido a tres soldados. Los colocamos en camillas de la compañía y los llevamos al hospital (?). Luego de practicarles la primera cura, una ambulancia los trasladada al hospital de Fuendetodos.
La población civil, está alarmadísima. Hacía mucho tiempo que el pueblo no era bombardeado y, por ello, casi nadie se iba ya a las cuevas cuando sonaba la alarma.
Al caer la tarde, el pueblo en masa, abandona sus casas y se va a dormir a las cuevas y el refugio. ¡Qué pena da este éxodo!. Muchos son ya ancianos y caminan con dificultad. El dormir en lugares húmedos y fríos les va a perjudicar.
Después de cenar, vamos un rato al club, pero después de lo sucedido esta tarde, no hay humor para cantar. Estamos charlando hasta las 9. Como medida de precaución, el pueblo está sin luz, de modo que no vamos a la biblioteca como teníamos pensado sino directamente al cuartel.
Nos acostamos y charlamos hasta dormirnos.

14 de Diciembre de 1937

14 de Diciembre de 1937

A las 4 me despiertan. Me lavo, afeito y peino, con agua tibia. Luego, me pongo a leer a la luz de las llamas y, así me pasan las tres horas sin darme cuenta.
A las 7, bajo al pueblo a por el café de todos.
Como encerrados aquí, no hay distracción posible, sólo nos queda el recurso de leer, y a ello, dedicamos buena parte del tiempo. Quintanilla y yo, aprovechamos para ponernos mutuamente al corriente de nuestras andanzas, desde que nos separaron de escuadra.
Cuando nos damos cuenta, es hora de ir a por el almuerzo. Le toca a Quintanilla otra vez, lo cual le servirá de paseo y distracción. Claro que también pasara algo de frío.
Después de comer, viene a visitarnos un soldado amigo que ha regresado de permiso en Barcelona y que cuando estuvo a visitar a nuestras familias. Nos cuenta una serie de cosas que nos apenan pues nos hacen comprender las necesidades que están pasando en la retaguardia; amén de los peligros de los bombardeos cada vez más frecuentes. Precisamente el día 8, sufrieron uno terrible.
Se queda a hacernos compañía hasta las 4; entonces se marcha con el compañero que bajar a buscarnos la cena.
Después de cenar, hacemos un buen fuego, pues la noche se ha puesto muy fría. Y nos acostamos pronto. ¡Vaya par de días más sosos!.

13 de Diciembre de 1937

13 de Diciembre de 1937

Como esta noche he descansado muy bien, me despierto antes de tocar diana.
Después del desayuno, pasamos lista; luego, vamos a relevar la guardia del polvorín. Para esta guardián, nuestro grupo ha sido reforzado con soldados de otra sección y, por coincidencia, uno de ellos es Quintanilla. Estamos muy contentos de pasar esta guardia juntos, después de tanto tiempo separados. Llegamos al polvorín y relevamos. El cuerpo de guardia, está muy bien acondicionado; una amplia habitación, con colchones y hogar para hacer fuego. Como no hay leña, Quintanilla y yo, vamos a buscar. Encontramos un tronco ya cortado que debe medir unos cinco metros. El traslado, nos hace sudar tinta, pero tendremos leña para los dos días.
A la hora del almuerzo, Quintanilla va a por el de todos. Como de costumbre, hay arroz hervido, pero hoy, además, sin sal. Si no fuera por el mucho apetito que tenemos, resultaría "inconsumible".
Como no tenemos tabaco, pruebo a tostar hojas de té y fumarlo; esta pasable.
Entre puesto y leer, pasamos la tarde.
Después de la cena -otra vez arroz hervido-, hacemos los números para la guardia. A mí, me tocara de 4 a 7 de la madrugada.
Después de una tertulia que se prolongará hasta las 7, nos decidimos a acostarnos. Al poco, empiezan a salir chinches de las costuras de las colchonetas. Y, como a éstos se unen los piojos que llevamos encima, la cosa se pone insoportable. Tanto es así que hasta cerca de las doce, no podemos dormir. Es decir, hasta que los parásitos se han hartado.

12 de Diciembre de 1937

12 de Diciembre de 1937

A las siete, nos levantamos, sin que haya habido novedad en la noche.
Cuando vamos a por el desayuno, nos enteramos de lo sucedido. Anoche, los que están de puesto en el control de Azuara, detuvieron un cambio en que llevaba pistolas y fusiles ametralladores.
Al pedirles el pase a los ocupantes, éstos, presentaron uno que bien revisado, resultó falsificado. Los detuvieron, y entregaron a la comandancia. Parece que se trataba de oficiales y, encima llevaban unos planos. No sabemos qué pensar de todo esto.
A ratos nieva, si bien se funden antes de llegar al suelo. Se comprende fácilmente el frío que hace hoy.
Nos pasamos la mañana en el "club", alrededor del fuego. Allí comentamos lo del camión con armamento. A ninguno nos parece las cosas verosímil; por lo menos, tal como lo cuenta. ¿quién puede embarcarse en una aventura así? ¿Quién puede traer desde retaguardia hasta el frente, un camión con ese armamento? ¿Dónde lo llevaban? Cuántas vueltas le damos, más cuento nos parece.
Cuando llaman a comer, vamos a buscarlo y regresamos a comerlo aquí, bien calentitos.
Estamos toda la tarde leyendo, charlando y tomando café. Lástima que con el calor, los piojos están que muerden. Si fuera posible escaldarnos la ropa todos...
Otro domingo, perdidos en estas montañas y llenos de miseria.
Ya hace dos días que hemos terminado el tabaco.
De momento, no hay noticias de volver a subir a las posiciones. Esto, nos animó un poco y decidimos cantar un rato. Además, añadimos un par de estrofas a la "cançó del pic i pala".
Llamar a pasar lista. Cuando llegamos, me entregaron una carta de Botella. Me nombran de guardia en dos días en el polvorín.
Después de cenar, regresamos al club, hasta los ocho. Después a la biblioteca, a buscar un par de libros para la guardia.
Por el camino nos cruzamos con la tercera compañía de nuestro batallón Chile es la que, según rumores, íbamos a relevar nosotros y que baja de las posiciones. Nos dicen que han sido relevados por la segunda, que llegó de permiso hace unos días.
Esto, nos alegra mucho osamenta las posibilidades de pasar unos días más en el pueblo. Les preguntamos si saben algo del permiso; no saben nada seguro, aunque han oído decir que quizá sonado viernes. ¡qué alegría si fuera verdad! Pero es mejor no hacerse demasiadas ilusiones.
Regresamos al cuartel. Yo me preparo macuto con todo lo necesario y me tumbo a dormir.
No puedo conciliar el sueño. Solo imaginarme la llegaba a casa con permiso... Pero procuro desechar estos pensamientos porque si luego no se realizan, la tristeza será mayor.