13 de Diciembre de 1937

13 de Diciembre de 1937

Como esta noche he descansado muy bien, me despierto antes de tocar diana.
Después del desayuno, pasamos lista; luego, vamos a relevar la guardia del polvorín. Para esta guardián, nuestro grupo ha sido reforzado con soldados de otra sección y, por coincidencia, uno de ellos es Quintanilla. Estamos muy contentos de pasar esta guardia juntos, después de tanto tiempo separados. Llegamos al polvorín y relevamos. El cuerpo de guardia, está muy bien acondicionado; una amplia habitación, con colchones y hogar para hacer fuego. Como no hay leña, Quintanilla y yo, vamos a buscar. Encontramos un tronco ya cortado que debe medir unos cinco metros. El traslado, nos hace sudar tinta, pero tendremos leña para los dos días.
A la hora del almuerzo, Quintanilla va a por el de todos. Como de costumbre, hay arroz hervido, pero hoy, además, sin sal. Si no fuera por el mucho apetito que tenemos, resultaría "inconsumible".
Como no tenemos tabaco, pruebo a tostar hojas de té y fumarlo; esta pasable.
Entre puesto y leer, pasamos la tarde.
Después de la cena -otra vez arroz hervido-, hacemos los números para la guardia. A mí, me tocara de 4 a 7 de la madrugada.
Después de una tertulia que se prolongará hasta las 7, nos decidimos a acostarnos. Al poco, empiezan a salir chinches de las costuras de las colchonetas. Y, como a éstos se unen los piojos que llevamos encima, la cosa se pone insoportable. Tanto es así que hasta cerca de las doce, no podemos dormir. Es decir, hasta que los parásitos se han hartado.

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