15 de Diciembre de 1937

15 de Diciembre de 1937

Nuevamente me ha correspondido la guardia de 4 a 7 de la mañana. También como ayer, aprovechó para asearme y leer.
Voy a por el café. A pesar de ir muy abrigado, paso bastante frío, pero por lo menos, me aireo un poco, después de tantas horas de encierro. En la cocina, me dicen que hoy nos relevarán soldados de otra compañía.
Y, así es efectivamente. Regresamos a cuartel. Hacen formar para ir a hacer instrucción; esto, es una novedad desde que estamos en primeras líneas. Sin embargo, nosotros no iremos por ser salientes de servicios de armas. Además, es irónico que llevando cuatro meses de frente ininterrumpidos, nos hagan hacer instrucción como quien dice, al pie de las posiciones.
Vamos al frontón. Allí, encontramos a Ribas, Lon y Puigmal y hacemos unos partidos.
Después de almorzar, volvemos allí, pues es la mejor forma de combatir el frío. Cuando estamos más distraídos jugando, suena alarma de aviación. Miramos al cielo y vemos 7 bombarderos enemigos en formación de ataque. Efectivamente, cuando llegan sobre el pueblo, descargan 9 ó 10 bombas; luego, siguen hacia Cariñena.
Nos dirigimos hacia la parte del pueblo donde han caído. Afortunadamente las casas destruidas, estaban deshabitadas; pero los cascotes lanzados por las explosiones, han herido a tres soldados. Los colocamos en camillas de la compañía y los llevamos al hospital (?). Luego de practicarles la primera cura, una ambulancia los trasladada al hospital de Fuendetodos.
La población civil, está alarmadísima. Hacía mucho tiempo que el pueblo no era bombardeado y, por ello, casi nadie se iba ya a las cuevas cuando sonaba la alarma.
Al caer la tarde, el pueblo en masa, abandona sus casas y se va a dormir a las cuevas y el refugio. ¡Qué pena da este éxodo!. Muchos son ya ancianos y caminan con dificultad. El dormir en lugares húmedos y fríos les va a perjudicar.
Después de cenar, vamos un rato al club, pero después de lo sucedido esta tarde, no hay humor para cantar. Estamos charlando hasta las 9. Como medida de precaución, el pueblo está sin luz, de modo que no vamos a la biblioteca como teníamos pensado sino directamente al cuartel.
Nos acostamos y charlamos hasta dormirnos.

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