16 de Diciembre de 1937

16 de Diciembre de 1937

Cuando me levanto a las siete, la buhardilla es una nevera. El frío, supera al de otros días. Si no fuera por el hambre y que siento, no me levantaría, pero, haciendo un esfuerzo, voy a por el café.
El rato que permanezco en la cola, me deja helado. Después de pasar lista, nos vamos al frontón para entrar en calor y poder irnos lavar después. Cuando estamos en el segundo partido, empieza a nevar con mucha intensidad. Nos vamos a refugiar al club. Allí encendemos un fuego y lo preparamos todo para la hora de comer.
Cuando llaman a rancho, el pueblo estaba totalmente blanco y su aspecto, el de un bello pesebre; pero el frío es tan agudísimo que no permite entretenerse, y regresamos inmediatamente. Comemos alrededor del fuego; luego, nos hacemos mucho café. Después, empezamos a cantar y, así, pasamos la tarde.
A las 4, toca llamada. Acudimos al cuartel y nos enteramos que el comisario nos dará otra conferencia en la escuela.
Como ya sabemos lo que dice en sus conferencias, subimos a la buhardilla y nos camuflamos allí, hasta la hora de la cena.
Cuando llamar a cenar, la conferencia no ha terminado aún; no obstante, vamos a buscar la cena y nos la llevamos al club.
Vuelve a nevar, pero aquí, junto al fuego, se está muy bien. Además, todos los de la peña, estamos en muy buena armonía, es decir que no tenemos que aguantar impertinencias como sucede en el cuartel.
A las 9, regresamos. Ahora, ni era con mayor intensidad aún. De continuar así, cuando mañana nos levantemos, el pueblo estará desconocido.

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