30 de Noviembre de 1937

30 de Noviembre de 1937

A las 5, me llaman para la guardia. La hago en la puerta de la casa-cuartel, que da a la calle y que permanece cerrada. Viene a ser una especie de imaginaria. Decido aprovechar el tiempo de modo que entro en la cocina y me lavo. Luego, me tuesto un poco de pan con aceite en espera de la hora de desayunar. Después, escribo una carta a un amigo; pero no puedo terminarla pues tocan diana y, a poco, viene el relevo.
Vamos a buscar el desayuno. Como el “frontón” está junto a la cocina, ya nos quedamos en él a jugar. Cuando íbamos por el cuarto partido, oímos la corneta llamando a nuestra compañía. Regresamos corriendo.
Una vez formada ésta, nos comunican que se ha recibido orden de que todo el mundo se corte el pelo al cero. Claro está que la orden es sólo para soldados y cabos.
Nos reunimos todos y acordamos cortarnos el pelo muy corto, pero no al cero, pase lo que pase; a pesar de habernos amenazado si desobedecíamos la orden. Después de pasar por el barbero, volvemos al frontón y estamos jugando hasta la hora de almorzar.
Después de comer, termino la carta para mi amigo de Barcelona.
Se dice que al comandante, le ha parecido bien la forma como nos hemos cortado el pelo. ¡Menos mal que ha sido así! A mí, no me extraña esta aprobación del comandante al que considero más humano y educado que los oficiales y comisario de nuestra compañía. Sobretodo, este último que, la verdad es que no representa ningún apoyo para la tropa, cuando, precisamente esta es la misión de este cargo.
Por la tarde vamos a echar las cartas al correo y pasear un rato.
En cuanto nos dan la cena, nos vamos a comerla al cuartel, ya que el tiempo es muy frío. Después de cenar, entro de guardia hasta las 7. Durante el puesto en la puerta, se ha ido extendiendo una niebla muy espesa. Pienso en los que están en las montañas y me imagino lo mal que deben pasarlo. Me relevan. Subo a la buhardilla. Algunos, están jugando a las cartas. Como veo que no hay ambiente para haber un “coro”, ni lo propongo. Me pongo a leer junto al cabo Lon que hace lo mismo bajo un candil, que aprovecho. Cuando nos viene el sueño, apagamos la luz y nos acostamos.

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