3 de Diciembre de 1937

3 de Diciembre de 1937

Como estoy de guardia y no debo pasar lista, no me levanto al toque de diana, sino que espero hasta la hora de desayunar. Después, voy a coserme pantalones y capote que tienen un par de descosidos. Después, envío una postal a mi abuela felicitándola por su santo, que será el día 8 próximo.
Se acerca la hora de almorzar. Hoy, estoy de guardia; junto con otros tres compañeros, cubriremos el día y la noche. Tocan llamada a nuestra compañía. ¿Para que será? Cuando llegamos, nos indican que el comisario quiere hablarnos. Ya hace unos días que el arroz nos lo guisan completamente solo, es decir sin nada de carne ni otro acompañamiento, y queda como si fuera hervido pues el caldo, es agua. Nos dice que debemos conformarnos y tener paciencia con lo que nos den.
Como después de cenar, no tengo puesto hasta las diez, vamos con los amigos, a la casa donde nos hicieron cena hace unos días y estamos de tertulia junto al fuego hasta las 9. Le damos dinero a la señora por si puede comprarnos algo para comer pues ella lo tendrá menos difícil.
Me voy al puesto de guardia, cerramos y nos quedamos en la cocina como ayer. Hay una excelente temperatura. Al poco, el picor de los piojos resulta insoportable. Al fin, nos dormimos, salvo el de puesto. De 3 a 5, cubro mis dos horas.

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