26 de Diciembre de 1937

26 de Diciembre de 1937

Cuando me despierto, ya es de día.
Me levanto, lavo y entró en la cocina donde están reunidos todos los libres de servicio. Como el desayuno no está listo, voy a llevarle parte.
Cuando regresó, ya están desayunando. Me uno a ellos y después entró depuesto. Un par de horas, me pasan relativamente deprisa, pues el picar en la trinchera -que hemos decidido construir-, hace pasar el tiempo y el frío.
Después de comer y como hace un sol estupendo, nos sentamos en el banco donde ayer comimos y hacemos un poco de tertulia y escribimos.
Al atardecer, el tiempo se ha vuelto ventoso y como viene del Moncayo, el aire es helando. Regresamos a la cocina. Allí, como apenas hay luz, -sólo el candil para trabajar en el cocinero-, pasamos el resto de la tarde muy aburridos.
Después de cenar, voy a por la consigna.
Cuando regresó a las 8, entró de guardia. Hace bastante viento y hay muchas estrellas que, a falta de la luna, dan bastante claridad y se puede ver bien el terreno.
¡Cómo cuesta pasar esta hora y media! ¡El frío es atroz! Cuando me relevan, voy corriendo al fuego. Tengo helados pies y manos.
Cuando entramos en calor, -los piojos y yo- me voy a acostar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dispenseu si triguem en contestar
Disculpadnos si tardamos en contestar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.