29 de Diciembre de 1937

29 de Diciembre de 1937

Me despierto a las nueve, me han guardado el café. Desayuno y casi enseguida, entró de puesto. El viento, no ha menguado por lo que la hora de vigía, se me hace muy pesada. Luego, una hora picando la trinchera, me hace entrar en calor, cosa que me convenía pues estaba tiritando de frío.
El agua de la balsa, tiene tan grosor de hielo, que podemos andar por encima sin romperse; para ello, debemos emplear un pico.
Como aquí podemos hacerlo, me escaldo el suéter y la camisa pues los piojos me vuelven a molestar mucho; una vez escaldadas, las extiendo a secar en la cocina, pues, si lo hago fuera, me pasará como González, que le quedaron petrificadas.
Después de cenar, voy a por la consigna. De regreso, hago un puesto de 7 a 8 y, tras un descanso de media hora, otro de 8.30 va a 9.30. Como vengo helando, me quedo junto al fuego, haciendo compañía al Sargento durante una hora. Luego, a descansar. Y, así, pasar los días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dispenseu si triguem en contestar
Disculpadnos si tardamos en contestar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.