22 de Noviembre de 1937

22 de Noviembre de 1937

A las 6, decidimos levantarnos pues estamos helados. Encendemos una gran fogata para reaccionar.
Vamos a desayunar. Afortunadamente no llueve, pero ¡vaya frío!
Cuando ya hemos desayunado, el teniente ordena formar toda la sección en el patio de la paridera. Nos comunica que el soldado desaparecido ayer, no se ha presentado, por lo que se supone que se ha pasado al enemigo. Nos da instrucciones a seguir en caso de que sospecháramos un caso análogo al ver algún soldado pasar más allá de las líneas de vigilancia, y, para tal fin se ha prohibido ir a cazar más allá de dichas líneas.
Luego, nos da la gran noticia; que preparemos los equipos pues esta tarde, o mañana vamos a ser relevados.
Ha reaparecido el buen humor de hace unos días. Si ésta alegría es tan grande por el solo hecho de bajar al pueblo, ¿Que será cuando vayamos a casa con permiso? ¿Y cuando se termine esta maldita guerra?.
Entre la guardia y preparar mis cosas, me pasa la mañana en un vuelo.
A las 11, vienen a avisarnos de la paridera que vayamos ya a comer, pues parece que el relevo será esta tarde. Ante la proximidad del acontecimiento, el buen humor va en aumento. Dos o tres opinamos que habría que buscar letra nueva y adecuada a algunas canciones conocidas. Cuando nos movilizaron, estaba muy en boga una canción francesa -de Roland d'Orsay- llamada “Oh! Mona!” que por tener solista y estribillo con coro, nos iría muy bien. Me dedico a buscarle una letra que sea en verso y que haga alusión a nuestras andanzas desde que estamos en el frente.
Poco a poco, la voy perfilando, pero no quiero decirles nada todavía; será para cantarla cuando vayamos a casa con el permiso.
El segundo turno de permiso ya está en el pueblo y, según dicen, a punto de marcharse. Solo esperan el regreso de la primera expedición. ¡Dichosos ellos!.
La tarde, la dedico a redondear la canción y, la letra sale bastante adecuada. De momento, ya tengo el tema y el nombre decididos. En honor a lo mucho que nos han hecho manejar el pico y la pala, la canción se llamará: “La penya del pic i pala”.
El solista, va relatando las incidencias de la compañía (que es la “penya”), a través de las diversas posiciones que ha ocupado y, el coro, después de cada linea del solista, corea con el estribillo de “Oh! Mona!”. Luego, después de cada estrofa completa, todos cantan el estribillo completo.
A las 5, vamos a cenar, aunque desconfiamos que el relevo suba hoy. Casi seguro, que no vendrán hasta mañana. Es cosa de esperar.
Regresamos a la tienda cantando; seguro que con este silencio, el enemigo debe oírnos, pero no nos importa. También nosotros les oímos cuando, hace unos días, les llegó el relevo.
Esta noche, es cuestión de estar alerta, si cabe, más que de costumbre, pues podría darse el caso de que el que se pasó ayer -ahora ya es seguro-, hubiese dado detalles de la posición. Claro que un ataque no lo esperamos, pues eso, no se improvisa en pocas horas, y menos, en un frente tan alejado y en terreno tan escabroso como éste. Lo que sí entra dentro de lo posible, es un golpe de mano por sorpresa.
Como no entro de guardia hasta las 11.30, después de charlar un rato, me tumbo a dormir.
Me llaman para ir al puesto. Durante mi guardia, a intervalos, he oído algunas explosiones de bombas de mano, pero muy lejanas.
Cuando me viene a relevar el quinto, le advierto de lo oído, y le recuerdo lo que debe hacer según lo que pudiera pasar. Y que vale más pecar por exceso de desconfianza.
Cuando llego a la tienda, doy parte al sargento, al cual encuentro con muchas ganas de charlar. Lo hacemos mientras dura el cigarrillo.

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