14 de Julio de 1937

14 de Julio de 1937

Hoy, tengo guardia, de modo que no podré salir del cuartel. Mientras estábamos tumbados en la batería esperando la hora de almorzar, se han presentado dos hidroaviones italianos Savoya, que han bombardeado los alrededores del cuartel. Tiraban las bombas de cinco en cinco.

Lo inesperado del ataque, nos ha desorientado a todos. Unos han salido corriendo hacia la playa, creyendo que ahí estarían más seguros. Uno de los aviones los ha visto, ha descendido a unos cien metros del suelo y ha empezado a ametrallarles.

Mientras, el otro hidro, continuaba lanzando las bombas, que claramente veíamos caer. Y nosotros, sin absolutamente ninguna defensa. Ni fusiles tenemos para, aunque a fuerza de descargas, obligarles a remontarse.

Luego, se han dirigido hacia el vecino pueblo y, al encontrar un tren que venía en dirección contraria, lo han ametrallado también.

Todo esto, en cosa de media hora; luego han marchado mar adentro, seguramente hacia su base en Mallorca.

Los que estábamos en el cuartel, hemos salido para ver los efectos del bombardeo. Las bombas más alejadas, han caído a unos cincuenta metros del cuartel, las otras, mucho más cerca y rodeándolo. Algunas, no han explotado. Después de desmontarles la espoleta (uno que sirvió en artillería), las hemos trasladado al cuartel. Son bombas de 75 kg de trilita.

Luego me he enterado que Quintanilla (que no estaba de guardia) ha sido de los que han corrido a la playa y los tiros de ametralladora, le han rebotado en la arena, a dos metros de su cabeza, cuando estaba tirado en el suelo. Esto me lo han contado Botella, Vila y Saturnino, que se habían escondido en una caseta de de consumos, junto a la playa, y desde allí lo han presenciado todo.

Vuelvo a entrar de “puesto”. Me parece que tendré una guardia “movidita”. Ante lo sucedido, han doblado los “puestos” de modo que haremos dobles horas de servicio. Han situado un puesto en lo alto de una atalaya de hierro que hay en el cuartel, desde donde se domina una mayor extensión y así poder advertir si se presentara de nuevo la aviación, por medio de un silbato.

Afortunadamente, no ha sucedido nada durante el resto del día ni de la noche.

El puesto en lo alto de la atalaya, se las trae. Menos mal que durante la noche, nos han permitido usar una manta a modo de capote pues, allí hace mucho frío y humedad.

1 comentario:

  1. Después de casi 40 años de conocer a mi abuelo se me hace muy extraño imaginarlo en situaciones de peligro extremo como las que describe en su diario!

    ResponderEliminar

Dispenseu si triguem en contestar
Disculpadnos si tardamos en contestar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.