5 de Enero de 1938

5 de Enero de 1938

A las 5, me llaman para la guardia. Hace un frío insoportable de modo que nos vemos obligados a regresar junto a la lata con frecuencia, para calentarnos algo.
Al fin, amanece y, con el día, parece que el frío mengua bastante. Al poco, llega el enlace del capitán-accidental, quien nos dice que después de almorzar nos relevarán de la tienda y pasaremos a la paridera. Esto, nos alegra mucho y levanta el ánimo pues allí, se está mucho más abrigado y se come mejor.
Efectivamente, después de almorzar, llega el relevo. Cargamos y nos vamos. El camino nos parece corto.
Apenas llegamos, nos acomodamos. El único inconveniente de aquí, es que hay dos puestos de vigilancia y como sólo somos 13, las guardias son bastante pesadas; pero con el sistema de hacerlas por grupos, resulta bastante soportable. Lo importante, es estar a cubierto del frío.
Pasa el día bastante deprisa.
A nuestro grupo, nos toca la última guardia o sea de 4.30 a 7.30 de la mañana. De modo que hacemos un poco de tertulia con el sargento junto al fuego y luego, nos vamos a dormir.

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