1 de Enero de 1938

1 de Enero de 1938

Iniciamos un nuevo año, tercero de guerra civil. A fuer de sincero, debo reconocer que durante este tiempo, el ejército republicano poca cosa ha hecho, aparte la ofensiva de Aragón y la conquista de Teruel. Ello, no se debe al factor humano, que, como mínimo, es tan bueno como el del ejército "nacional" si no a la falta de material de guerra, ya que, aparte de los aviones llegados de Rusia, los demás países llamados democracias -incluido el frente popular francés- nos envíen armamento. Por contra, los "nacionales" reciben ayuda de Alemania en hombres y armamento y de Italia que envía divisiones completas con su correspondiente material. Y, ante esa actitud, Francia e Inglaterra adoptar la postura del avestruz; pero éste querer ignorar la realidad, no le servirá de nada, pues el fin de nuestra guerra civil, les obligará a tomar una decisión.
Mientras tanto, aquí vamos consumiendo nuestra juventud improductiva, entre fría y miseria. Estas reflexiones, han ocupado mi mente hasta el momento de levantarme.
La nieve se está helando; la temperatura es de 7 bajo cero. Lo sabemos por un termómetro que nos ha traído el cartero. En el exterior de la paridera, no se puede estar inmóvil. ¡Vaya principio de año!.
Estamos esperando a ver si sube el relevo.
Entro de puesto. Seguimos haciendo periodos de media hora y aun así, nos helamos.
Cuando termino mi turno, voy a llevar el parte al teniente y ver si tiene aviso de relevo, pero sigue sin noticias. Además, según nos dijo el mulero esta mañana, el camino está intransitable para personas. De modo que no se esperan cambios.
Cuando doy estas noticias en nuestra posición, todos alegran, incluso el Sargento.
Lo que quedó del cabrito, lo hacemos con judías. Lo malo es que luego el rancho nos va a parecer malo, pero con el hambre que tenemos… Además, en la guerra, vamos acostumbrando nos a vivir el momento presente sin pensar en el mañana, pues nadie sabe las horas que quedan por vivir.
Todos los libres de servicio, no nos movemos de junto al fuego, ni para cenar pues separarse de él sólo un poco, significa helarse.
Entró de puesto. Uno de los tres turnos de media hora, me lo hace el cabo González.
Desde que me separaron de Quintanilla y Vilalta, me he unido mucho con este muchacho.
Cuando termino, me recupero un rato junto al fuego y luego me acuesto enseguida, pues no creo que mañana falle el relevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dispenseu si triguem en contestar
Disculpadnos si tardamos en contestar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.