7 de Enero de 1938

7 de Enero de 1938

Me llaman a las 8, para que entre de guardia. Al salir desayuno y voy a llevar el parte. Al regresar, voy a ayudar a la construcción de la trinchera en una loma mucho más cercana al río, es decir, del enemigo. Para llegar a ella, hay que subir y bajar varias lomas, durante cosa de una hora. El sargento, ha señalado el lugar y hemos iniciado el trabajo de "marcaje". Pero para ello, debemos palear primero la nieve y, como está muy dura es necesario emplear los picos. Estamos trabajando hasta la una. Luego, regresamos por otro camino que resulta peor. Tanto es así que, a la media hora, nos tumbamos a descansar -sobre la nieve- pues estamos reventados. Al fin, llegamos, pero estamos tan agotados, que no tenemos apetito y preferimos descansar.
Aquella tarde, me levanto y como un poco, junto al fuego, esperando la hora de cenar.
Han pasado 8 cazas enemigos. Cuando han subido suministro, los muleros nos dicen que, esos cazas, han ametrallado el pueblo.
Después de cenar, estamos charlando hasta las 9, en que entramos de puesto. Durante los descansos intermitentes, me hago unas tostadas y caliento café.
Al fin, puedo irme a dormir. Estoy, verdaderamente cansado y desmoralizado. A pesar de que el sargento va todas las tardes a buscar la consigna al puesto el teniente-jefe -y así me ahorra a mi la caminata-, con lo de la trinchera, estamos algo cansados.

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