30 de Octubre de 1937
Día espléndido. Aprovechamos para
lavarnos “ a fondo”. Ya no tengo duda; el picor se debe a los
piojos. Mientras me lavaba, he dejado la camiseta y la camisa al sol,
y con el calor han salido de entre las costuras de estas. Me he
cambiado amabas piezas por las que tengo de recambio y estas las he
metido dentro del macuto. No creo que resuelva gran cosa ya que
supongo que los pantalones y los calzoncillos, estarán también
llenos de ellos; pero me estremecía volver a ponerme encima, aquel
“hormiguero” de repugnantes parásitos. De reojo, veo que a los
demás, les sucede lo mismo, pero nadie comenta nada por vergüenza.
Hasta ahora esto solo sucedía a personas sin higiene, sucias… y,
por esto, nuestro pudor en reconocer que los llevamos encima.
¡Al fin, tenemos desayuno! Nos dan
leche condensada y, con las tostadas de rigor, completamos. Y también
un racimo de uva.
Han llegado cuatro soldados
destinados a nuestro pelotón ya que, desde Belchite, estaba
incompleto. Dos de ellos, habían sido declarados inútiles
anteriormente, pero en la última revisión, les han declarado
útiles. Uno de los cabos, les enseña la instrucción a ratos.
Parece una ironía que les enseñen la instrucción, en el mismo
frente. Pero…¡es la guerra! Como se suele oír frecuentemente por
aquí, cuando se quiere justificar cualquier “barrabasada”. Esta
noche, ya harán guardia, lo que supongo, les deberá impresionar.
Nosotros les damos algunas orientaciones que ellos, escuchan con
atención.
Ha llegado el primer reparto de
correo, desde que estamos aquí. Yo, no espero carta y, efectivamente
no recibo. Pero los que tienen, nos cuentan las noticias que les dan
sus familiares. La que más destaca, es la que nos da Padrón,
“tonelada”, en la que le comentan que, al bombardear Barcelona la
aviación enemiga, la nuestra le derribó dos aparatos, cosa que se
pudo ver claramente.
Con la llegada de los nuevos cuatro
reclutas, se ha completado el pelotón, lo que aconseja la
reestructura de las guardias. Hecha ésta, los puestos serán de solo
una hora de duración.
Desde que nos hacemos la comida en la
posición, por lo menos comemos caliente. Esto, es muy interesante,
especialmente en la cena, hora en que el frío se hace sentir.
Precisamente, después de cenar, han
repartido coñac. Si estuviéramos en otro tipo de sector, este
detalle nos habría “mosqueado”. (Como dicen los madrileños,
cuando quieren indicar desconfianza.) El reparto de coñac, nos ha
proporcionado un rato de broma, pues era verdaderamente humorístico,
vernos a todos reunidos alrededor del candil de la cocina, con el
vaso de aluminio en la mano, esperando que nos escanciaran la ración.
La broma, ha durado hasta la hora de acostarnos.
Hemos decido que esta noche, los
reclutas, no hagan solo la guardia, sino acompañados de uno de
nosotros. Esto, representará para nosotros, una media hora más de
guardia, pero, a ellos les permitirá familiarizarse más suavemente
con el ambiente.
Mi guardia, de 12 a 1’30, sin
novedad.
Durante la noche, apenas he podido
pegar ojo debido al picor del cuerpo. Parece como si el lavado del
cuerpo el cambio de camiseta, hayan despertado el apetito a los
parásitos.
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