24 de Agosto de 1937

24 de Agosto de 1937

Empieza a amanecer. Atravesamos un pueblo de calle estrecha y con mucha pendiente. No se ve un alma.
Pasado éste, enfilamos una carretera que seguimos un buen rato. Empezamos a encontrar fuerzas acampadas. Son la retaguardia del frente. Nos enteramos que está por aquí la ex -columna Durruti y la Brigada de Lister, preparadas para partir hacia el frente.

Salimos del pueblito e iniciamos el ascenso a una montaña. Al hacerlo, se ha moderado la velocidad y, con ello, se han juntado los camiones. Al fin, llegamos a la cumbre. Ya es completamente de día. Desde aquí, se divisa un panorama que, más que realidad, parece un cuadro. Al fondo, se divisa el Ebro, que baña un precioso valle. Se ven también, algunas casas. Parece un pesebre.

Pasa aviación, pero, afortunadamente, es republicana. Una vez asegurados de ello, proseguimos viaje hasta llegar a La Zaida.
Allí, descendemos todos y se marchan los camiones rápidamente.
Nos dan un poco de café caliente, que nos reconforta pues, estamos helados. Luego, empezamos el descenso hacia unos bosques que hay al pié del monte, donde está situado el pueblo.
A media bajada, oímos la voz de Vila que nos llama. Abrazos. Ya sabía que llegábamos y por eso estaba atento. Él, lleva ya dos días aquí y va equipado con coraje y armamento. Aún cuando él pertenece a nuestra Brigada, su batallón fue trasladado antes. Por el camino, nos pone en antecedentes de que preparamos una ofensiva por este sector, para llegar hasta Zaragoza y por eso la concentración de tanta fuerza. También nos dice que Botella y Pascual, se quedaron en Mataró.
Cuando llegamos al bosque y, a su  término, hay un pequeño riachuelo que atravesamos y nos adentramos en una vega, llena de huertos y olivares, donde nos van indicando sector a cada compañía.
Llegados al nuestro, empezamos a construir cabañas con cañas apoyadas en los olivos. Una vez terminadas, nos estiramos a descansar.

Pasamos la tarde, mejorando la cabaña. Saturnino, tiene la muñeca bastante hinchada. Cuando pasa el sargento a ver como estamos instalados, aprovechamos para enseñarle el estado de la muñeca.  Nos dice que mirará qué puede hacerse.

Las cocinas, ya funcionan, por lo que cenamos “caliente”.

En cuanto ha caído el día, se ha presentado una nube de mosquitos, que pican a diestro y siniestro, causando dolorosas ampollas.
Nos aconsejan que nos pongamos barro. Y, efectivamente, notamos algo de alivio.

Los tenientes, nos advierten que durmamos vestidos, por si tuviéramos que levantarnos rápido.

Aún cuando dormimos sobre el duro suelo, estamos tan cansados, que no tardamos en caer en “los brazos de Morfeo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dispenseu si triguem en contestar
Disculpadnos si tardamos en contestar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.