26 de Agosto de 1937

26 de Agosto de 1937.

A las cinco de la mañana, nos despierta el toque de corneta con “llamada a oficiales”. Mala señal. Habrá movimiento.
Efectivamente, al poco, suena de nuevo, esta vez, llamando al primer batallón. ¡Todos en pié! Lo que entorpece el prepararnos es esta oscuridad, pues aún es de noche.
Nueva llamada, esta vez a paso ligero. Ya tenemos todo a punto . Los dientes nos castañean de nerviosismo y por el cambio brusco de temperatura de la “cama” , al aire de la madrugada.
Forman la compañía. A la luz de una linterna, pasan lista. Amanece. Reparten café caliente. Como somos los últimos en salir, quedamos algo rezagados de las demás compañías. El capitán ordena paso ligero monte arriba, hasta tomar contacto con el resto de la columna. Se nos ha pasado el frío completamente; por el contrario, ahora sudamos.

Llegamos arriba. Entramos en el pueblo. Hacemos alto, pero quedamos formados. El Capitán, va a Comandancia en busca de órdenes. Mientras descansamos, el sargento, saca de la formación a Saturnino y lo envía al botiquín, pues sigue con la muñeca lesionada. Cuando se despide de nosotros, no puede casi retener las lágrimas, por tener que separarnos. Cuando se marcha, comentamos que quizás esto será su salvación.

Regresa el capitán. A los tenientes, sargentos y cabos de la compañía, ex voluntarios que disponen de fusil y correajes, les ordena que lo entreguen en Comandancia. Les permite conserven las pistolas, que todos ellos tienen.
Cuando regresan, nos ordenan regresar a nuestras posiciones en los olivares.
Cuando llegamos, el capitán nos explica que como nuestro batallón no tiene armamento, se queda ahora, para marchar al frente cuando llegue el que se está esperando, de un momento a otro. ¡Veremos lo que tarda!
De momento, han salido 3º y 4º batallones. De modo que deducimos que Vila, que pertenece al 2º, se habrá quedado también.
Con los soldados de la cocina, que nos han bajado la comida, ha venido Saturnino. Le han vendado la muñeca y, de momento, se une a la compañía, si bien debe presentarse en Sanidad cada mañana al toque de reconocimiento.

Por la tarde, nos ofrecemos para ir al río a llenar las cantimploras de toda la sección. Esto,  nos permite llegarnos hasta el campamento de Vila, que encontramos vacío. Unos soldados que quedan, nos dicen que se han ido esta mañana. Más allá, vemos otras fuerzas que se están equipando y probando armamento.

Regresamos a nuestro campamento, pensamos que quizá habrá llegado también el nuestro. Pero, no es así.

Cuando pasamos lista de retreta, nos leen la orden del día, en la que figura un comunicado del general de Pozas. Dice que “el ejército Popular, ha iniciado una ofensiva en éste frente con el armamento que el Gobierno del Frente Popular Republicano, ha puesto en sus manos (?)” Nos conmina a que sepamos hacernos dignos de esta confianza que se deposita en nosotros.
Después de leída la orden, todos nos agrupamos alrededor del capitán, para que nos de noticias de la ofensiva.  Nos dice que todo marcha bien.

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