18 de Octubre de 1937

18 de Octubre de 1937

A la hora del reparto del café, los sargentos nos avisan que hoy, no trabajaremos en la trinchera, pero que debemos empezar la construcción de las cabañas a razón de una por escuadra, (1 cabo y 4 soldados). Dejan a nuestro criterio la forma y tamaño, pero la puerta, debe encarar con el parapeto y, precisamente, frente a las cuatro troneras que nos han asignado.

Trabajamos toda la mañana sin descanso y dejamos casi terminado el rebaje de tierra den los nueve metros cuadrados que hemos decidido que tenga.

Después de almorzar, volvemos al trabajo, confiando en poder descansar por la noche pues, casi nos han asegurado, que no nos harán trabajar para la trinchera. Hemos adelantado bastante.

Apenas terminamos de cenar, pasa un sargento y nos hace salir a todos de las tiendas y barracas y nos ordena retirar los sacos llenos de tierra que había en la vieja trinchera, cargarlos a hombros y trasladarlos a donde se construyen las chozas de sargentos y oficiales. Esta procesión, dura unas tres horas, hasta que hemos trasladado el último saco.

Al poco, entro en guardia. Las piernas me duelen mucho. Como no puedo sentarme, a cada momento, estoy cambiando de pierna, peso del cuerpo. ¡Cuantas veces estoy por enviar las órdenes al cuerno y sentarme en el suelo! Pero resisto, hasta que llega el relevo.

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