23 de Octubre de 1937

23 de Octubre de 1937

 Regresamos a nuestra posición.. La  marcha, nos sienta bien pues además de hacernos entrar en calor, el  ejercicio, nos  “despierta” las piernas que teníamos anquilosadas a causa de la inmovilidad durante tantas horas.

Al llegar, el capitán nos rebaja de servicio durante todo el día para que podamos recuperarnos de la noche en blanco que hemos pasado.

Nos dirigimos a nuestra choza, dispuestos a echarnos a dormir pero, cual no sería nuestro estupor cuando al llegar a ella, vemos que el techo se ha hundido. Esto nos desmoraliza hasta el extremo que ya nos disponíamos a tumbarnos al aire libre, tapados con las mantas solamente. Pero nuestro cabo, Moliner, nos anima y, al fin, emprendemos la reconstrucción. Como el pino que hacía de viga central, se ha roto, tenemos que ir a cortar otro.
Llega el café del desayuno. Mientras lo tomamos, el viento, que no ha cesado, ha vuelto a arrastrar las nubes que, ahora, cubren totalmente el cielo.

Empieza a llover, forzamos la marcha del trabajo y, al fin, cubrimos nuevamente el techo. Y metemos los equipos dentro para que no se mojen más. No bien terminamos de hacerlos, viene nuestro sargento y nos dice que dentro de cinco minutos estemos preparados para volver a la posición donde estuvimos ayer. Ahora, la desmoralización es total; de modo que cuando ya equipados , vamos camino de la cabaña del capitán, no lo hacemos por la trinchera sino por encima del parapeto y sin agacharnos pues creemos que una bala, es lo mejor que nos puede suceder.

Llegamos a la cabaña y, después de hacernos esperar diez minutos de pié y bajo la lluvia, nos dicen que podemos regresar a nuestra choza, que ya nos avisarán. ¡Si lo hicieran ex profeso, no podrían marearnos y cansarnos más! ¡Y, quizás sea èsta su intención! Pero…¿por qué?

Al rato, viene el sargento García y reúne a sus cabos; les dice que la sección, va destinada fija a la posición que vigilamos ayer. Que allí, deberemos hacer trincheras y chozas. Incluso establece los horarios de trabajo y de guardia.

La primera escuadra, emprende la marcha hacia allí; al pasar delante de la choza del capitán , éste , da contraorden. De momento, aprovechamos para descansar, pues nuestras fuerzas no nos permite continuar el trabajo que nos quedaba para terminar la reconstrucción de la cabaña.

De tan cansados, no podemos conciliar el sueño. Comentamos que resulta incomprensible la actuación del mando. Tampoco comprendemos que nuestro flanco izquierdo haya quedado desguarnecido.

Hoy, el enemigo, apenas tirotea. ¡Con tal de que dure…!

Al ir a buscar la comida, nos han disparado algunos morterazos.

Llueve de nuevo.

Los cocineros, han traído el rumor de que nos relevarán. ¡Veremos si es cierto! La verdad es que después de tanto trabajar en la construcción de trincheras y cabañas, preferiríamos no movernos pues, quién sabe con lo que nos encontraremos donde nos envían.

Como hace frío y no tenemos guardia, nos echamos a dormir.

A las seis de la tarde, ha venido a la posición nuestro cabo furriel que, debido a su cargo, está en intendencia. Nos asegura que ya podemos empezar a preparar todos los trastos pues nos vamos de aquí; no se sabe si hoy o mañana.

Tengo guardia de 6 a 9’30. Han sido tres horas y media bajo la lluvia. Interminables. Tiritando de frío.
En cuanto nos relevan, nos tumbamos a dormir para recuperar fuerzas que mucho nos conviene.

A las tres de la madrugada, llaman a mi escuadra. Nos hacen bajar toda la munición del polvorín de la compañía, hasta abajo donde está el grupo de municionamiento. Desde luego, parece que se han enamorado de nuestra escuadra. Trabajo que se presenta, trabajo que nos toca. Yo, mas bien creo que la culpa es de nuestro sargento que es un ignorante y que no se preocupa de alternar los servicios, entre sus distintas escuadras.

Para trasladarlo todo, tenemos que hacer cuatro viajes arriba y abajo. Menos mal que cuando vamos cargando con las cajas es camino cuesta abajo. Pero, de todas formas, hay que evitar tropezar, pues una caída, sería fatal cuando transportamos bombas de mano.
En municionamiento, nos confirman que el relevo del batallón será mañana.
Cuando terminamos, son las cinco de la mañana. Nos permiten tumbarnos hasta que lleguen las fuerzas que deben relevarnos y que, todavía están en Fuentedetodos

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