1 de Octubre de 1937


1 de Octubre de 1937

No ha cesado de llover en toda la noche. Solo hemos podido dormitar un poco sentados en las piedras. Aprovechando que no llueve con tanta intensidad, hacemos una pequeña zanja alrededor de la tienda para desviar el agua que baja por la pendiente de la loma y nos moja los pies. Cuando lo estábamos haciendo, nos mandan a trabajar a la barraca del sanitario de la compañía.

Un sanitario que no es otra cosa que el barbero de la compañía y que no se mueve de junto a los mandos, A nosotros, no nos ha afeitado una sola vez.

Vuelve a llover, Nos reparten la comida. El pan, está completamente mojado.

No tenemos agua para beber, pues el tanque que la trae cada día, no puede llegar hasta aquí, debido al barrizal pues le patinan las ruedas. Menos mal que al no hacer calor, tenemos menos sed. ¡Pero aun así….!

Ha cesado de llover. Nos hacen cavar, para ahondar la antigua zanja. Resulta muy dificultoso pues está llena de barro y se queda pegado a las palas.

Vuelve a llover; ahora, muy fuerte. Volvemos a las tiendas. Cuando llega la cena, la lluvia se convierte en un verdadero torrente. Cuando regresamos a la tienda con el plato de caldo, la mayoría patinamos y se nos cae la comida. Un verdadero desastre. Quintanilla que tiene unas conservas que recibió hace unos días, las comparte con nosotros y, así, matamos el hambre

Guardia de 10 a 12 de la noche. Afortunadamente, durante estas dos horas no ha llovido, pero la visión, ha sido nula. El suelo está tan lleno de barro, que es imposible tumbarse. De modo que seguimos pasando las noches sentados en las piedras.

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