27 de Septiembre 1937


27 de Septiembre 1937.

Medio dormido, oigo al teniente que dice, a los cabos que adviertan a sus hombres que se preparen para marchar. ¡Tan bien que estábamos aquí! No espero nada bueno del traslado.

Estamos preparados y esperando el relevo, que no llega hasta las cinco de la tarde. Nos marchamos casi enseguida.
Vamos cargadísimos. Descanso, cada hora que andamos. A las nueve de la noche, llegamos a Fuendetodos.

En las cocinas de la Brigada, nos dan un bote de carne rusa para cada seis hombres. Tenemos que comerla fría.

Antes de ponernos en marcha y una vez reagrupados con el resto de la compañía –que ya estaba en el pueblo-, el capitán nos dice que vamos a relevar a una compañía que ocupa una posición de trincheras. Que la posición nuestras, está a unos cien metros de la enemiga y que ambas, están separadas por un campo de trigo. Por lo tanto, prohibido desnudarse por la noche, ni siquiera sacarse el correaje con la munición y bombas de mano. Y, mucha vigilancia para evitar cualquier golpe por sorpresa.

Reemprendemos el camino y seguimos andando hasta las doce de la noche. Hace rato que vamos por en medio de un bosque que, aunque con algunos desniveles del terreno, no tiene grandes ondulaciones.

El enlace que nos conduce, advierte al capitán que ya nos acercamos. Éste, nos prohibe hablar.

En columna de  a uno, y sin perder contacto con el que va delante para no despistarnos en la oscuridad, llegamos a la posición y se inicia el relevo del mando y demás fuerzas, hasta llagar a las de los parapetos.

Cuando se han marchado lo relevados, me tumbo en el suelo apoyando la espalda en el parapeto. Y, con el cansancio, me  duermo.

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