3 de Octubre de 1937

3  de Octubre de 1937

Es el cuarto día in-interrumpido de lluvia. Estamos calados hasta los huesos, pues la gran humedad que hace, impide que se nos seque la ropa, que se nos moja, renovadamente, cada vez que hacemos guardia.

Todas las barracas, han sido abandonadas, porque sus techos ya no protegen de la lluvia y, están tan “calados” que amenazan derrumbarse. Sus ocupantes, han ido a cobijarse a la cabaña que construimos para los mandos., y allí están como sardinas en lata. Por ahora, nuestra tienda, es el cobijo que está en mejores condiciones. Y, a pesar de la incomodidad, estamos de buen humor.

Por tres veces, hemos intentado encender una fogata dentro de la tienda, pero ha resultado imposible.

Hoy, no nos han traído desayuno, ni pan. Y, sospechamos que tampoco habrá almuerzo. Gracias a Quintanilla que aun tiene algo, y nos va aguantando. Pero empezamos a tener verdadera hambre. El pan que nos dieron ayer, se nos termina. Tampoco han subido agua.

Sigue la lluvia y la niebla. Nuestra tienda, cobija ya a más de 20 refugiados. Vamos hablando de tonterías, para distraer los pensamientos del hambre. El pan que nos dieron ayer, se nos termina. Tampoco han subido agua.

Son las tres de la tarde y tampoco llega nada de comer. En vista de lo cual, destapamos la última latita que le quedaba a quintanilla y el pan que nos quedaba.

Parece que los senderos para llegar hasta aquí, está intransitable por el barro. Si esto dura mucho, entre el frío, sed, y hambre, no va a quedar nadie en pie.

Como temíamos, tampoco han subido cena. Y ya no nos queda absolutamente nada que comer.

Pasamos la noche como las anteriores, es decir, sentados en las piedras. La manta que llevamos a modo de capote, está totalmente empapada y, el agua, nos atraviesa hasta la piel. Decido sacarme el correaje y ponerme una camisa seca que tengo de repuesto, pero sin camiseta, que está empapada.

A las tres, vienen a buscarme para la guardia. Hace mucho viento. Al poco, la lluvia arrecia. Esto, parece un Apocalipsis. ¡Qué largo se me ha hecho el puesto! Cuando llega el relevo, estoy helado.

Y, de nuevo a la piedra, a esperar un nuevo día.

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