6 de octubre de 1937

6 de octubre de 1937

¡Qué bien he dormido!

Aun cuando hace Sol, el viento es tan fuerte, que hemos tenido que tensar las mantas del techo de la tienda.

Han subido el rancho; pero no pan ni agua. Y. como la de la trinchera se ha corrompido, no podemos beberla.

Sobre las once de la mañana, la artillería enemiga, a lanzado unos cuantos obuses sobre nuestra posición. Se ha “cargado” algunos pinos, pero no hemos tenido bajas. Me gustaría conocer el objetivo de este ataque.

Guardia de 9 a 11 de la noche. Hace mucho frío. Afortunadamente, la ropa y el capote, llegaron oportunamente.

Mientras estoy de guardia, me viene a advertir el cabo que ha llegado una compañía de fortificaciones, que harán una trinchera reglamentaria, en lo alto de nuestra loma. Y, que no me alarme si oigo ruido de picos y palas. Efectivamente, lo hacen “a bulto” y las balas silban por encima nuestro, por lo que debemos meternos en la zanja. Como en el fondo hay todavía mucho barro, quedamos clavados de pies en él.

Al fin llega el relevo, sin novedad.

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