23 de Septiembre de 1937


23 de Septiembre de 1937

Seguimos con poca comida y, el aire de estas montañas abre mucho el apetito. Hoy han traído –con muchas dificultades- , una sopa de arroz, que casi era toda agua, y dos pedacitos  de carne frita. Por si fuera poco, cuando han repartido el pan, yo estaba de guardia, y al terminarla, ya no quedaba.

Los que traen la comida, nos han contado que la pasada noche,  se han pasado tres soldados “nacionales” a las posiciones que tenemos a nuestra izquierda.

La guardia de esta noche me corresponde de 10:30 a 1. Había transcurrido con toda normalidad, y ya calculaba que vendrían a relevarme de un momento a otro, cuando me ha parecido oir un murmullo de voces abajo, al pie de la montaña. Aviso al compañero de guardia que está a mi derecha y este regresa al poco, acompañado del sargento. Ahora, se oye claramente hablar, aunque en voz baja. Les damos el alto y vienen a pararse a nosotros. Les indicamos el camino a seguir, dejando el armamento a bajo y  subir batiendo palmas. La luna nos permite verles cuando van subiendo. Son cinco. Todos libres de servicio de la sección, están aquí esperándoles y, cuando llegan, se los llevan al teniente.

Desde aquí, oigo mucho jaleo, pero el relevo no viene. Todos están charlando con ellos y nadie se acuerda de los que estamos de puesto. Cuando vienen, son las dos.

Los “pasados”, son: un sargento, un cabo y tres soldados. Traían un fusil ametrallador, cinco fusiles y mucha munición. ¡Han aprovechado el viaje!

Al fin nos vamos a dormir.

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