1 de Septiembre de 1937

1 de Septiembre de 1937

Hay, se cumplen dos meses que nos movilizaron. Creemos se la quinta enviada al frente en menos tiempo.

Después de quince días sin tener correo, hoy, ha llegado un saco con un centenar de cartas. La verdad es que ansiábamos ya tener noticias de nuestras familias.

Van cantando nombres, el mío no suena. ¡Por fin!...Pero… no es de mi familia. Espero, pues aún quedan. Vuelven a llamarme.¡Ahora! Pero tampoco es de los míos. Ambas, son de Botella.

Todos buscamos un rincón, para leerlas. Al fin, abro las cartas: una de ellas es humorística y copia varios pasajes de libros de Jardiel Poncela. Comprendo que él, que está en la retaguardia y puede disfrutar de todo, está de tan buen humor. Luego, ya más sereno, comprende que, al juzgarle sido injusto y que, por el contrario, debo agradecerle que se acuerde de mi y me dedique un tiempo que podría destinar a divertirse o pasarlo con su novia. Antonieta, también amiga mía y de mi familia. En la otra carta me comunica la muerte de nuestro compañero de trabajo López, en un bombardeo de Barcelona. Lopez, era servicios auxiliares y se salvó de ir al frente. Su madre, viuda, estaba muy contenta por ello, creyendo así a su hijo alejado del peligro. Y, sin embargo, ha sido el primer muerto que hemos tenido en la empresa.

¡Cualquiera sabe, donde está, realmente, su suerte!.

A causa del constante estruendo y la tensión de la espera, tenemos los nervios a flor de piel y, por cualquier tontería se arma una acalorada discusión. Aunque luego pasa, y volvemos a la realidad.

Parece que en Belchite, la rendición, no ha sido total, pues esta mañana volvemos a oir artillería y, por la tarde ha vuelto a bombardear nuestra aviación.

A última hora del día, llegan noticias; ¡mañana, salimos! De modo que hoy, no hay tertulia y nos acostamos pronto. Pero tardo más de dos horas en dormirme. ¿Cómo será eso de disparar contra otro hombre?.