12 de Septiembre de 1937

12 de Septiembre de 1937

Me despierto. No hay nadie más en la buhardilla. El Sol, entra por los ventanucos; debe ser muy tarde. Siento menos dolores y noto más despejada la cabeza.

Desciendo a la cocina. Por el camino, no veo a nadie. En la cocina, encuentro al sanitario solo. Me da otro vaso de leche caliente que me reconforta mucho. Dice que es el régimen establecido por el médico. Le pregunto cuando pasa visita. Me contesta que no hay hora fija, pues debe atender a muchas posiciones.

Paso toda la mañana junto al fuego y tapado con la manta. El calor, me Alicia.

A las seis de la tarde, nueva alarma. Esta vez, tiran unas cuantas bombas bastante potentes.

Cuando salimos de nuestro refugio y nos vamos a la calle, nos enteramos que dos refugios-bodega, han quedado sepultados bajo los escombros de las casas que les han caído encima. Afortunadamente, todas estas bodegas tienen pequeños respiraderos y han permitido rescatar a los que allí se habían refugiado, sin que se asfixiara nadie. Entre los que retiraban escombros, he reconocido al comandante de nuestro batallón, Ferrandiz.

Al anochecer, el vaso de leche y a dormir a la buhardilla. Este, es el mejor tónico que necesito. Por otra parte, según el sanitario, no tienen otro; se refiere, a que apenas disponen de medicamentos.

Hacia las diez de la noche, nos despierta un griterío cercano. Por los ventanucos, vemos que arde un pajar cercano y, a los sanitarios con cubos, intentando apagar el fuego. Posiblemente la chispa de alguna bomba caída cerca, ha formado un rescoldo y, poco a poco, se ha extendido por la paja.

Finalmente lo apagan y vuelve de nuevo el silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dispenseu si triguem en contestar
Disculpadnos si tardamos en contestar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.